sábado, 8 de junio de 2013

TÉCNICAS DE ESTUDIO

APRENDER A RELAJARSE 
               


Uno de los problemas más comunes que conciernen a los exámenes es la gran inquietud o nerviosismo que producen en quienes han de pasar por ellos. La nota conseguida en los exámenes puede tener efectos decisivos y el simple proceso de prepararse para ellos puede ser una experiencia cargada de estrés.
En esta sección nos centraremos en tres cuestiones relacionadas con la inquietud que provocan los exámenes.
1- Aprender durante varios meses cómo relajarse; tanto mental como físicamente;
2- Aprender a relajarse rápidamente mientras se está en la sala de exámenes.
3-  Modificar las reacciones de miedo a los exámenes; 

Cuando piensas en un examen:
1¿Te suda el cuerpo (palmas de las manos, axilas y cara)?
2¿Se agita tu mente y te sientes intranquilo/a?
3- ¿Se te revuelve el estómago? 
4¿Te palpita el corazón con latidos exagerados y ritmo acelerado? 
5¿Se torna jadeante tu respiración y te invade una sensación de ahogo?

 Lo que realmente pretendemos conseguir con el entrenamiento en relajación es la capacidad de controlar efectivamente lo que nuestra mente está haciendo.
La mente humana es un órgano muy activo y, en la mayoría de las personas, esta actividad es en cierta medida autónoma.
Es importante enfatizar que aprender la forma de relajarse es un proyecto a largo plazo. Esto es, serán necesarios meses de práctica para conseguir un efecto duradero. No se desanime por la palabra práctica porque es una experiencia de lo más placentera y agradable. Pero lleva su tiempo. 
Practica todos los días 
 La práctica de la relajación debe ser tu plan diario y dale un nivel de prioridad alto. Cuanto más practiques, en mejor disposición estarás para relajarse. Aunque aprender a relajarte pueda parecerte sencillo, no lo es. Tendrás que trabajar periódica y concientemente en ello para perfeccionar esta técnica.
 Al principio de tu aprendizaje, varias sesiones cortas de tres a cinco minutos serán lo mejor. En esta etapa, las sesiones más largas probablemente sólo le reportarían preocupaciones y desvelos. A medida que progresivamente te vayas especializando más en controlar la actividad de tu mente, aumenta la duración de las sesiones. En la etapa final, trata de practicar unos treinta minutos cada día, en dos sesiones de quince minutos.
Una palabra de precaución: los días que estés muy ocupado/a puedes tener la tentación de prescindir por completo de tus sesiones de práctica. Precisamente estos son los días en que es más importante relajarse. Así que cíñete a tu rutina y evade tu mente de las tensiones del día en tus sesiones de relajación. Además de servirte de valiosa práctica y de bien necesitado descanso, el tiempo que dedicas a relajarte también te sirve para formar un firme hábito de disciplina personal: ser capaz de dar inicio y término a las tareas más importantes de cada día.

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