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jueves, 13 de junio de 2013

CURIOSIDADES



Lo Creado Nos Supera


Investigadores holandeses sostienen que los occidentales hemos perdido 14 puntos de IQ en comparación con la era Victoriana.
Los dispositivos tecnológicos creados por los seres humanos, no permitamos la omisión de este dato son cada vez más inteligentes, con coherencia conceptual, los móviles de avanzada son conocidos como smartphones. La robótica avanza con pasos de gigante; impresoras capases de crear alimentos, los vehículos que se conducen solos parecen estar vuelta de la esquina,  e incluso existen manuales de escuela capaces de saber si el alumno ha leído con atención el texto o ha eludido las páginas digitales. Éstos son solamente algunos ejemplos de la creciente inteligencia de la máquina.
Por contrapartida, al parecer, los seres humanos somos cada vez menos inteligentes. Al menos así lo afirma una investigación difundida por la Universidad de Amsterdam. Según el estudio publicado, en promedio los occidentales hemos perdido 14 puntos de IQ (coeficiente intelectual) desde la era Victoriana, período que va de mediados del siglo XIX hasta comienzos del XX en el cual tuvo lugar parte de la Revolución Industrial. Las conclusiones del estudio parten del análisis de 14 pruebas de reacción consistentes en presionar un botón en respuesta a un estímulo visual, las cuales fueron realizadas entre 1884 y 2004. Cuanto más reciente el caso, mayor demora de respuesta evidenciada.
Mientras que los del siglo XIX demoraron un promedio de 194 milisegundos, hacia el año 2004 el tiempo de reacción ascendió a los 275 milisegundos. El responsable de la investigación reconoce que si bien las antiguas máquinas de medición no eran tan sofisticadas como las modernas, el entrecruzamiento de datos es válido y provocativo, no hay dudas, el estudio holandés ha ganado difusión. Huffinton Post y Discovery News,  dedican un artículo a esta temática. Que el tiempo en que demoramos en presionar un botón sea la medida de nuestra inteligencia es una evidencia poco vigorosa. A fin de cuentas, ¿por qué competir con nuestros ancestros?

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